Luego de archivarse el proyecto para la consulta a una asamblea constituyente, los perdedores insinúan que echarán mano a acciones violentistas.
Escribe: Pedro Morales Mansilla.
Luego de la votación de la Comisión de Constitución del Congreso, mandando al archivo la iniciativa del Ejecutivo para una reforma constitucional, que ampare la consulta vía referéndum para la convocatoria a una asamblea constituyente, los perdedores insinúan que echarán mano a acciones violentistas para conseguir lo que no lograron por los votos, emulando el despecho de la perdedora de la segunda vuelta electoral-2021, y soslayando en función de sus intereses politiqueros la grave crisis que atravesamos por los problemas económicos globales, por la pandemia y por la reciente invasión de Rusia a Ucrania.
Esta realidad, agudizada por los nueve meses y días de la gestión de un gobierno errático preso de la angurria por el copamiento del Estado, no cabe duda nos está encaminando a la anarquía.
Este es el lamentable contexto en el que, lejos de mostrar empatía y ocuparse de las urgencias del pueblo, sin un mínimo de sentido de la oportunidad y sin las condiciones adecuadas en el tiempo, pretenden priorizar un debate que no tiene la urgencia del momento.
Manoseadas “la vacancia”, “la disolución” y el “juicio político” por la irresponsabilidad del Ejecutivo y Legislativo y, ante la improbabilidad de una renuncia presidencial de motu proprio, la continuidad de nombramientos de personajes mediocres con sospechas de corrupción en los puestos de dirección del Estado, lo único que nos queda es demandar con toda energía la voluntad política real y leal con el país de todos los políticos y sociedad civil para salir de la crisis; sin ella, no hay manera de librarnos de la anarquía.
Esa voluntad política debe pasar por el foro del Acuerdo Nacional plasmando un compromiso de honor para instalar un gobierno de transición que constitucionalmente tocaría presidir a la vicepresidenta, con el soporte de un gabinete de ancha base democrática y de consenso nacido del foro; con la tarea de que en un tiempo adecuado se aprueben reformas que permitan el adelanto de elecciones y simultáneamente se debata y apruebe un paquete de reformas político-electorales, que nos garanticen una mejor calidad de la nueva representación política a instalarse el 28 de Julio del 2023.
Este esfuerzo, decisivo y concertado, puede hacerse más viable, si el presidente Pedro Castillo renuncia, en aras de restablecer con prontitud la confianza necesaria que permita superar la crisis política y relanzar la economía.
En simultáneo, es imperativo atender las emergencias, quitando del camino cualquier elemento deliberadamente distractor que se introduzca a la agenda política en busca de la anarquía, como el querer imponernos una asamblea constituyente a la mala, al estilo estalinista, como producto de la anarquía deliberadamente abonada, sin que eso quiera decir que no se debatan -en el tiempo de la transición- temas de reforma constitucional, que sin duda son necesarios para restablecer los mecanismos de una auténtica economía social de mercado.